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Obesidad: balanza y centímetro no es suficiente


Después de años de prédica de los médicos... y de conversaciones de peluquería, hoy casi cualquier persona que desee corroborar si su peso está dentro de parámetros considerados saludables sabe que tiene que consultar el índice de masa corporal (BMI, según sus siglas en inglés, por body mass index) , que surge de dividir el peso por la altura al cuadrado. Un BMI de entre 18 y 24,9 indica peso normal, entre 25 y 29,9 indica sobrepeso, y desde el 30 en adelante indica obesidad.

Sin embargo, un creciente número de especialistas considera que, en tren de determinar si una persona tiene exceso de peso u obesidad, no basta con emplear la balanza y el centímetro: también hay que conocer cuál es la composición de masa magra y tejido graso de su organismo. De hecho, un estudio de investigadores norteamericanos publicado en la revista PLoS One (Kelly, Wilson y Heymsfield, 4: e7038) y presentado en una reunión de la Sociedad de Obesidad de los Estados Unidos propone una medida alternativa: el índice de grasa corporal ( fat mass index o FMI), que surge de dividir el contenido de grasa del organismo por la talla al cuadrado. A diferencia del BMI, que es igual para ambos sexos, la clasificación del FMI es diferente para hombres y mujeres, y abarca un rango que va del déficit grave de grasa hasta la obesidad clase III.
"Este trabajo intenta una redefinición de la obesidad", afirma el doctor Carlos Mautalén, director del Centro de Osteopatías Médicas y profesor consulto de la UBA.
La composición de músculos y grasa del organismo puede medirse con la bioimpedancia (que calcula la cantidad de masa magra a partir del comportamiento de la corriente eléctrica cuando atraviesa los fluidos del organismo), pero el gold standard es la densitometría, un estudio que también se emplea para evaluar la densidad ósea.
Desde hace una década, cuando el tema todavía no estaba en el centro de interés de los especialistas, Mautalén y la doctoras Silvina Mastaglia, Beatriz Oliveri y Alicia Bagur, entre otros integrantes de su equipo, realizaron diversos estudios que respaldan su utilidad en la evaluación de la obesidad.
"El detector hace un barrido y determina con mucha precisión la densidad del hueso, y la cantidad de grasa que hay en el organismo. Todo el resto es masa magra -explica Mautalén-. El dispositivo también puede tomar cortes de tejido donde uno desea, y medir la cantidad la grasa androide (que está ubicada en la panza) y la ginoide (en los muslos). Esto nos permitió verificar cómo con los años aumenta la grasa androide, la ginoide no se modifica o lo hace en pequeña medida, y aumenta el cociente de androide sobre ginoide, que va creciendo lentamente entre los 20 y los 60 años."
Varias investigaciones de este grupo apoyan esta redefinición de la obesidad y subrayan las inexactitudes del índice de masa corporal. Uno de ellos se realizó en 77 mujeres con BMI normal (entre 18 y 25).
"Tenían entre 20 y 69 años -dice el especialista-. Cuando las medimos por el BMI, ninguna de ellas tenía sobrepeso ni obesidad. Sin embargo, cuando aplicamos la tabla del FMI, en las de entre 20 y 49 años, hay un 12% que tendrían sobrepeso (o exceso de grasa); en las de entre 50 y 59, un 16%; y en las de entre 60 y 69, un 24%."
Otro trabajo analizó la composición de tejido graso y magro en 19 mujeres maratonistas, comparadas con 16 controles. "Las primeras tenían muchísima menos grasa y un FMI de alrededor de 2,8. Pero en las de control, el FMI ascendía a cinco, justo el límite de la normalidad."
Los científicos también estudiaron a jugadores de fútbol de primera división. "Aunque pueden parecer muy pesados, tienen poquísima grasa -afirma Mautalén-. Comparados con un grupo de hombres jóvenes del mismo BMI, los futbolistas tenían 9 kilos de grasa, y los controles, 16.
El proceso de envejecimiento se va traduciendo en un aumento y una redistribución de la grasa 
 Y si obtenemos el FMI, el de los controles rondaba los cinco puntos, mientras el de los jugadores de fútbol alcanzaba un puntaje de 2,9."
Según el especialista, en la población general el proceso de envejecimiento se va traduciendo en un aumento y una redistribución de la grasa (que se aloja más en las vísceras), y una pequeña disminución de la masa magra o músculo, que se acentúa hacia el final de la vida.
"Creo que la densitometría es un estudio muy interesante y una herramienta de control de la buena salud -afirma Mautalén-. Asegurarse de que la grasa se mantenga dentro de límites aceptables y de que la cantidad de músculo no se reduzca es un dato importante para el médico y para el paciente."
Una escala de valores de referencia
Los científicos norteamericanos que desarrollaron el fat mass index se basaron en el análisis de los resultados de 20.000 densitometrías realizadas entre 1999 y 2004, un conjunto de resultados que se dio a conocer en 2008. Según los especialistas, la clasificación que desarrollaron ofrecería una sensibilidad y especificidad superiores a las del BMI, y podrían ayudar al diagnóstico de la obesidad clínica. Sin embargo, advierten que la escala todavía no está validada y se necesitan más estudios.
Nora Bär para LA NACION

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