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Informe: Dietas milagrosas (2)

Adelgazar, interés frente a evidencia

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A pesar de tanta dieta e interés comercial, las bases científicas de la obesidad están bien establecidas desde antaño y las soluciones, también
A pesar de este ingente catálogo de dietas populares o dietas milagro desarrolladas al abrigo de una disponibilidad alimentaria sin precedentes, la cifra de personas con obesidad ha aumentado hasta alcanzar la consideración de epidemia por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Sin embargo, la evidencia científica en relación a las causas de la obesidad, y sobre todo sobre su tratamiento, es excluyente con este tipo de disparatados métodos. Incluso los abuelos, a quienes sorprendió la incidencia de la obesidad y se apuntaron a las dietas milagro de turno, contaban con datos y herramientas que, en esencia, eran los mismos que se conocen hoy en día. Prueba de ello es la obra publicada en 1929 "Gordos y Flacos. Estado actual de la patología del peso humano", de Gregorio Marañón. En este pequeño libro, al precio de 2 pesetas de la época, pueden constatarse muchas de las soluciones que son tan válidas hoy como entonces. "El obeso [...] debe tener en cuenta que su adelgazamiento no será obra de un plan médico, sino de un cambio total en su régimen de vida, [...] para ello es necesario que el convencimiento y la aptitud [...] sobrevengan para que el gordo adelgace". En cuanto a las normas genéricas para solucionar la obesidad, Gregorio Marañón en 1929 sostenía textualmente lo siguiente:

1º. "Todo gordo debe hacer doble ejercicio del que hace". La recomendación actual pasa por seguir una dieta equilibrada en el marco de un estilo de vida activo, con la práctica regular de ejercicio. Está demostrado que si se realiza un plan de adelgazamiento sin hacer ejercicio físico, los huesos pueden resentirse porque cuando se adelgaza no solo se pierde peso, sino también masa ósea, en especial en las zonas que son más propensas a sufrir fracturas, como la columna, la cadera y las piernas.
2º. "Todo gordo debe comer la mitad de lo que come". En la actualidad, se considera que el tamaño y la forma de la vajilla influyen sobremanera en la ingesta energética, de modo que al utilizar un plato llano en lugar de uno hondo se come un 22% menos de cantidad de un alimento. Otro hecho demostrado es que cuando se sirve más cantidad en un plato, se tiende a comer más aunque no se tenga hambre.
3º. "En todo gordo, debe analizarse cuidadosamente el estado de equilibrio de su sistema neuro-endocrino, regulador de la nutrición". El conocimiento actual asevera que las hormonas que regulan el apetito (la grelina despierta la sensación de apetito, mientras que la leptina inhibe las ganas de comer) influyen en el "efecto rebote" o "yo-yo" de las dietas hipocalóricas.
En cualquier caso, ya desde entonces, en los textos serios se atribuía al tratamiento de la obesidad una dificultad extrema en la consecución del éxito y se hacían descansar en las medidas preventivas las máximas garantías. "Lo esencial es esto: la delgadez extrema y la gran obesidad son estados difíciles de curar, pero relativamente fáciles de prevenir". Así se podía leer en la obra de Gregorio Marañón. Este planteamiento choca en la base y en el fondo con el de las dietas de moda, para las que siempre era fácil adelgazar con sus novedosos sistemas.

LAS CLAVES: NO HACER DIETA Y ACUDIR A UN PROFESIONAL

El tratamiento del sobrepeso y la obesidad han sido un problema desde que sus cifras comenzaron a aumentar a principios del siglo XX. La profusión de distintas dietas populares, alejadas de la evidencia científica y de las verdaderas causas, no ha solucionado ni solucionará el problema. En boca de Julio Basulto, responsable del Grupo de Estudio, Revisión y Posicionamiento de la Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas (GREP-AEDN), "las dietas 'pseudomilagrosas' de moda son mucho más conocidas por la población general que los patrones dietéticos para comer como es debido" y propone no hacer jamás una dieta (de las populares).
Ante la percepción de la necesidad de adelgazar, lo primero que se recomienda es estar convencido de afrontar una serie de mejoras en los estilos de vida de forma vitalicia y tener la confianza de que esos cambios, a largo plazo, reportarán los ansiados beneficios, tanto estéticos como sobre la salud. Si no se dispone de las herramientas necesarias para realizar el preciso análisis de los estilos de vida, es muy recomendable ponerse en manos de un especialista o profesional sanitario, un dietista-nutricionista, que sepa aportar las soluciones adecuadas, alejadas de métodos líderes en ventas o de moda, para que el paciente las aplique.

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