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Volver o no al país de origen

Muchas personas que residen en el exterior tarde o temprano deciden o se plantean el volver o no a su país de origen. Los motivos pueden ser variados, pero ¿qué ocurre si uno de los miembros de la relación no desea el regreso? ¿Cómo abordar el tema?

Vivir en el extranjero no resulta una tarea sencilla para nadie. “Mucha gente se va para tener una vida mejor.

Solamente piensa en el plano económico, pero luego, comienzan a surgir otros conflictos como el de la soledad, la falta de un empleo que realmente se adapte a los estudios adquiridos y el choque cultural.

Todas estas circunstancias pueden ir solucionándose de a poco y el individuo se va acostumbrando a un estilo de vida totalmente diferente al que se tenía en el pasado.

Sin embargo, a medida que uno se hace mayor y si se tienen hijos, las emociones comienzan a pesar más, empiezan los replanteos y la necesidad de tener un entorno cercano afectivo se hace muy necesario.

En general es la mujer quien más sufre el desarraigo. Plantearse la vuelta es posible, y cuando uno de los dos miembros de la pareja no siente esa necesidad comienzan los roces”, comenta la psicóloga española Ignacia Sánchez Domínguez.


Hay que analizar muy bien cada caso en particular. “Qué ocurre por ejemplo con aquellas mujeres que han dejado todo en su país natal por seguir y apostar al desarrollo profesional de sus maridos?

Llega un momento en el que no es fácil asimilar un cambio de vida radical, mucho más si antes de emigrar se era una profesional que ganaba un buen sueldo, pero era el hombre quien estaba en una situación inestable profesionalmente hablando.

Hay que evaluar muy bien cada caso. La negociación y el equilibrio no siempre van de la mano ya que si se ha logrado una buena estabilidad financiera, no se puede regresar al país de origen para comenzar una vez más de cero.

Hay que enfrentar el tema con madurez y cada uno debe poder exponer sus razones con total sinceridad para llegar a una buena conclusión”, determina la experta.

¿Qué hacer?



1.- Es importante determinar por qué motivo una persona quiere regresar a su país. “Es fundamental poder diferenciar entre un estado de ánimo pasajero y una necesidad real. El desarraigo es un factor que produce muchos sentimientos encontrados.

Las sensaciones negativas, de melancolía y depresión están constantemente entrelazándose con la rutina de todos los días hasta que tienen prevalencia y comienzan a hacerse intolerables.

Se termina siendo una persona que está dividida en dos y no se sabe qué camino seguir”, explica la profesional.

2.- Si no existe modo de ponerse de acuerdo con la pareja, se puede establecer un acuerdo para que se puedan realizar viajes seguidos.

“Si la situación económica lo permite, lo ideal es destinar un presupuesto para que, quien desee regresar pueda mantenerse lo más cerca posible de su entorno y recuerdos.

No es la solución, pero es un paso intermedio. No siempre hay que decantarse por medidas extremas, mucho más si la relación de pareja es estable y no existen problemas de por medio”, aconseja la especialista.

3.- Valorar realmente los beneficios y las desventajas de otra mudanza más. “Si hay niños de por medio, habrá que evaluar la situación con más delicadeza sin dejar que sean los sentimientos los que decidan.

Si los hijos tienen una mejor oportunidad en donde se está actualmente residiendo, es un factor de peso que hay que considerar. También es importante evaluar el panorama del país de origen.

A veces, muchos años fuera del país hacen que todo se idealice y se contemple una realidad desdibujada, se comienza a tener una visión compasiva, pero que choca cuando se enfrenta la realidad.

Hay que reflexionar con calma y si es preciso viajar para ver cómo se está viviendo allá, cómo es el país, qué opciones puede brindar a la persona que se es ahora y no la que se dejó de ser cuando se abandonó esa tierra.

El contacto con la realidad es muy importante y no hay que perder de vista ese detalle. El paso del tiempo hace ver todo más bonito de lo que realmente es. Hay que mantener la cautela y sobre todo, la consciencia”, finaliza diciendo la psicóloga.

No esperes que la suerte golpee a tu puerta y diga: “Tengo un trabajo para ofrecerte; uno que te hará sentir feliz y completo”.

Escobar LA REVISTA Digital

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