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Compasión e ira en un mismo espacio

“Las situaciones en las que nos importa alguien mucho, nos motivan a hacer cosas para beneficiarlos, pero si hay alguien más en el camino, podemos hacer cosas para dañar a ese tercero” // Autor Sarah Romero

“Mataría por esta persona”. Si alguien que nos importa está en peligro, la mayoría de nosotros haría cualquier cosa para proteger a esa persona, incluso si eso significa herir a otra. ¿Por qué nuestros sentimientos, compasión o amor por alguien nos pueden llevar a querer hacerle daño físico a otra persona? Una nueva investigación ha dado con la respuesta y de nuevo es cosa de física y química, como decía Severo Ochoa respecto al amor.

El estudio ha sido desarrollado por científicos de la Universidad de Buffalo en Nueva York (EEUU) y revela que este proceso del amor a la agresión a otro tiene dos protagonistas: las hormonas oxitocina (hormona del amor, aumenta la vinculación humana) y vasopresina. (vinculada a la motivación sexual).


Los participantes del estudio completaron una encuesta acerca de una situación en la que la persona con la que estaban, apreciada por ellos, se hubiese visto amenazada por un tercero. Tuvieron que describir sus propias emociones en tal caso y la forma en la que reaccionaron ante tal hecho. La segunda parte del estudio incluyó un experimento. Primero, se tomaron muestras de saliva para medir sus niveles hormonales y segundo, se les contó una historia acerca de un desconocido que se encontraba en una habitación contigua junto a otro desconocido. El relato fue diseñado para provocar compasión hacia uno de los desconocidos.

A continuación los dos desconocidos iban a ser sometidos a un examen de matemáticas y estarían expuestos a un estímulo doloroso para determinar cómo el dolor afectaba a su desempeño. Los voluntarios tenían que decidir cuánto dolor se le infligía a cada desconocido. Por mayoría el sujeto que amenazaba al otro (por el que habían sentido compasión) recibió mucho más estímulos de dolor con objeto de que el primer desconocido mejorara su nota del examen.

Así, “las situaciones en las que nos importa alguien mucho, nos motivan a hacer cosas para beneficiarlos, pero si hay alguien más en el camino, podemos hacer cosas para dañar a ese tercero”, explica Michael J. Poulin, coautor del estudio.

Los investigadores descubrieron que esta respuesta puede ser explicada por las variaciones en los genes tanto de la oxitocina y como de los receptores de vasopresina. “Tanto la oxitocina y la vasopresina parecen cumplir una función que lleva a un aumento de los comportamientos de aproximación y no es de extrañar que ambas puedan desempeñar un papel crucial en la asociación entre compasión y agresión“, explica Poulin.

El trabajo ha sido publicado en la revista Personality and Social Psychology Bulletin.

Escobar La Revista Digital

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